Cupones y un par de huevos.

Nadie quiere ver tios en sillas de ruedas por la tele. Pero sí nos encanta ver a los famosos explicarnos lo privilegiados que se sienten por hacer lo que les gusta o lo que no les gusta mientras sea breve y por un montón de dinero ya sea para criticarlos desde la perplejidad o tomar nota atentamente.

Un dia en un canal local pasó algo insólito. Al director de cine Joaquim Jordà le preguntaron en una entrevista-documental a quien considera digno de una entrevista. Esperándose algún personaje de su entorno creativo se quedaron pasmados cuando les indicó la vendedora de cupones de la esquina. Y con un par se fueron a entrevistarla. La vendedora, creo que tenía treintaytantos era simpatiquísima y explicaba con muy buen humor su trágico accidente que lejos de tomárselo como una condena lograba contagiar su positivismo valiente y real. Lúcida inteligente y aguda resultó ser justo lo que buscaban: Alguien fuera de lo común, por sus agallas patentes en una permanente sonrisa que desafiaba con la cabeza bien alta los golpes que le había tocado encajar fabricando buen humor desde la inteligencia. Pero la gente no quiere ver heroes anónimos con problemas más gordos y que encima estos salgan airosos. Lo que nos gusta es quejarnos. De nuestro trabajo, nuestro jefe, el seguro, la puta crisis y ver a los famosos para quejarnos más:

-Mira ese si que vive bien el cabrón. y al mismo tiempo proyectarnos en ellos soñar como sería vivir como ellos. Queremos ver gente cómoda para sentirnos cómodos.

En verano vemos regatas y playas y en invierno chimeneas y esquiadores.

Pero a los que realmente tienen algo que decir... algo útil, algo valioso algo de alguien que ha superado retos mayores que nosotros... ,en fin, fue un rayo de luz en Btv.

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